¿De qué hablamos cuando hablamos de desinformación?
6 de Marzo de 2024

¿De qué hablamos cuando hablamos de desinformación?

Reflexionamos sobre cómo combatir la desinformación a partir de los aprendizajes que nos dejó Silvio Waisbord durante la III Cumbre Desinfo y en la guía "Desinformación al descubierto. Aprendizajes, retos y recomendaciones" de la Fundación Gabo y el Proyecto Desconfío.
Foto: Jorge Franganillo en Unsplash
Red Ética

Como periodistas sabemos que la desinformación se ha convertido en un desafío universal para las sociedades contemporáneas, generando una crisis que no solo afecta a los medios, sino también a las democracias en todo el mundo. 

¿Pero a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de desinformación? Este concepto se refiere a la difusión deliberada de información falsa o engañosa con la intención de desacreditar a individuos o grupos, influir en la opinión pública, interferir en procesos democráticos como elecciones o toma de decisiones por parte de los gobiernos, e incluso provocar confusión y desconfianza hacia las instituciones o entre comunidades, preparando así el terreno para el nacimiento de nuevos autoritarismos. 

Respecto a este tema, el director y profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en la Universidad George Washington, Silvio Waisbord, ofreció algunas pautas durante su panel sobre desinformación electoral en el marco de la III Cumbre global sobre Desinformación.  

En su exposición, Waisbord destacó que ser conscientes de que vivimos en una era de desinformación no profundiza lo suficiente en las dimensiones reales del problema, pues sus consecuencias son más profundas de lo que usualmente se asume. Además, proporcionó algunas claves y preguntas esenciales que abordan tanto la operatividad de la desinformación como las estrategias para combatirla, y que fueron recopiladas en la nueva guía Desinformación al descubierto. Aprendizajes, retos y recomendaciones de la Fundación Gabo y el Proyecto Desconfío. 

Origen y propagación

Según Waisbord, la desinformación puede originarse de diversas fuentes, incluidas las élites, las entidades gubernamentales, algunas organizaciones, grupos de interés especial, e individuos. Así que reconocer la responsabilidad diferenciada de estos actores permitiría diseñar estrategias más precisas y efectivas. 

Además, con el auge de las redes sociales e internet, su propagación se ha vuelto más rápida y extensa, permitiendo que las falsedades lleguen a una audiencia global en cuestión de segundos, ya que la desinformación opera por picos de atención, es decir, aprovechando momentos de intensidad periodística y pública –como elecciones, protestas o escándalos– para inundar el espacio digital de noticias falsas, afectando a públicos específicos. La relación directa entre la atención pública y la propagación de la desinformación resalta entonces la necesidad de una mayor vigilancia en momentos críticos.

Técnicas y estrategias

La desinformación se concentra en plataformas digitales y en cuentas individuales de redes sociales a las que Waisbord llama superpropagadoras, y se dirige a audiencias específicas como personas dependientes de redes de información o en situaciones de vulnerabilidad. Su creación y difusión a menudo emplea técnicas sofisticadas para aumentar su credibilidad y alcance; esto incluye el uso de contenido multimedia falso o manipulado, la explotación de sesgos cognitivos e ideológicos, o la creación de cuentas falsas en redes sociales para amplificar el contenido y lograr una influencia significativa. Comprender estas dinámicas es crucial para desarrollar estrategias de contención segmentadas y adaptadas a diferentes contextos.

Impacto y consecuencias

La desinformación puede tener graves consecuencias en la sociedad, incluyendo la  polarización política extrema, el incremento de la desconfianza en las instituciones públicas y los medios de comunicación, la desestabilización de procesos democráticos y, en casos extremos, la incitación a la violencia.

Sin embargo, contrario a la percepción general, la desinformación representa sólo una fracción mínima en el océano de información que es internet, y enfrentarla requiere esfuerzos coordinados que le apunten a tres temas clave: la verificación de hechos, la alfabetización mediática para mejorar las habilidades de consumo de las audiencias, y la implementación de políticas por parte de plataformas de redes sociales y gobiernos para regular la difusión de contenido engañoso.

El análisis de Silvio Waisbord ofrece una visión panorámica de la crisis de desinformación que estamos viviendo, con una comprensión más profunda de las dinámicas subyacentes y las posibles estrategias para combatirla, así que si quieres profundizar en las preguntas clave que el argentino propone y ampliar más sobre este y otros temas relacionados, te invitamos a conocer la guía completa sobre desinformación descargandola aquí sin costo.

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